Hoy es uno de esos días en los que no tienes nada que hacer y te acuerdas
de que tienes un blog, así que aquí estoy. Tenía pensado escribir una entrada
sobre qué hacer los días (semanas o meses si estás empezando) en los que no
tienes ningún encargo ni nada remunerado que hacer. Sin embargo, creo que voy a
hablar de otra cosa: un traductor debe
ser organizado. Para explicaros el porqué, os cuento cómo ha sido mi última
semana:
Miércoles: llega uno de esos e-mails, acepto el encargo y Trados se niega a
abrir los archivos porque dice que le hace falta no sé qué (ahora sí lo sé y no
volverá a faltarle nunca).
Viernes: me paso la mañana en la universidad porque se me había olvidado que
tenía que acudir a un acto (si no llega a ser por mi relación amor-odio con
Trados, no sé cómo lo hubiera hecho: no hay mal que por bien no venga).
Traduzco y reviso una y otra vez el texto como si no hubiera mañana (pero no
hasta la mañana siguiente, sino hasta el lunes).
Sábado: sigo traduciendo y revisando, pero me acuerdo de que el martes tengo
un examen. Ya a las 9 de la noche decido ponerme a estudiar.
Domingo: estudio, leo la traducción, estudio, la vuelvo a leer…
Lunes: entrego la traducción a primera hora y me voy corriendo a entregar unos
papeles a hacienda (como buen contribuyente español, sí señor). Me acuerdo de
que tengo que entregar una práctica (y hacerla primero, claro).
Martes: estudio un rato más, hago el examen y, antes de caer en brazos de
Morfeo, decido que a partir de ahora tengo que organizarme mejor.
¿Y cómo? Pues yo, de momento, voy a comenzar a seguir estos sencillos pasos:
- Disponibilidad: conviene tener un calendario bien
hermoso al lado del ordenador para tener claro si podemos aceptar un encargo de
traducción o corrección o no. De esta forma, sabiendo qué es lo que tenemos que
hacer en los próximos dos o tres días, nos resultará más fácil calcular si podemos
realizar una traducción
de calidad y, además, tener tiempo para comer y dormir (de vida social
ni hablamos, ya tendremos tiempo la semana siguiente cuando no haya trabajo).
- Estudios: somos
muchos los que hemos decidido hacer un máster (mucho se ha hablado de este tema
los últimos días). Si se combinan los estudios con la traducción, es muy
importante llevar el tema académico al día. Realizar las prácticas y trabajos a
tiempo nos garantiza que si nos sale un encargo dos días antes de un plazo de
entrega de algo de la universidad, no nos supondrá un problema. Con los
exámenes pasa lo mismo: mejor ir estudiando la materia poco a poco que pegarse
el atracón el día de antes (y, mucho menos, si el día de antes tienes que
entregar una traducción). Además, se supone que has elegido ese máster porque
te interesa la materia y quieres especializarte, así que nada mejor que
dedicarle un poco de tiempo todos los días para asimilar bien los conceptos y
aprender más.
- Herramientas
TAO: aquí hay dos cosas que me gustaría comentar. En primer lugar, hay
que asegurarse de que las herramientas con las que trabajamos funcionan
correctamente, están actualizadas, etc. Que llegue un encargo y te tires horas
para empezar a traducir porque hay un problema con el software de
traducción, no tiene ninguna gracia (doy fe). En segundo lugar, a veces
también te ofrecen hacer una traducción con una herramienta que no tienes ni
dominas. En ese caso entra en juego el factor formación. Conviene
conocer y probar nuevas herramientas, sobre todo las gratuitas que están a
disposición de todo el mundo. Asistir a cursos de formación
también es una inversión de tiempo (y normalmente dinero) que nos puede salir
muy rentable a corto plazo.
Ha sido una entrada un poco estresante (¡sobre todo para mí!), así que lo
dejo por hoy. ¡Muy pronto más!